Las diferentes huellas que se han encontrado en Quicena y sus alrededores, permite realizar un viaje por el tiempo, observando el paso de las diferentes civilizaciones hasta nuestros días.
En el portal Quicena Cultural, se puede conocer mucho más sobre la historia de nuestro municipio.
Los orígenes de Quicena: prehistoria
El sitio de Espantalobos (Quicena, Huesca) es un asentamiento mesolítico localizado en malas condiciones de conservación, prácticamente a punto a desaparecer, que amplía la nutrida red de yacimientos de esta época en la Cuenca del Ebro (UTRILLA et al. 2009; ALDAY et al. 2014).
Espantalobos contribuye a rellenar el mapa de la cuenca al sur de las estribaciones montañosas pre-pirenaicas, confirmando, como antes lo hiciera el campamento del Cabezo de la Cruz en el valle del Huerva (RODANÉS y PICAZO, 2009, 2013), que estos cazadores-recolectores se movían igualmente en las zonas llanas.
El yacimiento fue localizado en los años 80, cuando D. I. Gracia, vecino de Huesca, recogió en un barranco próximo a Quicena una serie de restos líticos –varios geométricos de reto- que abrupto y láminas de sílex intactas– que sugerían la existencia de un yacimiento cuya erosión hacía aflorar los materiales. A finales de 2012 se determinó el posible foco de origen y en el verano de 2013 se llevó a cabo la primera campaña de excavación, cuyos resultados se presentan en este documento.
Desde las rutas del este del Somontano oscense y piademonte de la Sierra de Guara, llegan una serie de caminos cuyo origen se remontan a la época romana.
Su antigüedad viene avalada por una serie de topónimos y yacimientos romanos que hacen pensar que el pueblo de Quicena se remonta a dicho período.
Entre estos yacimientos romanos se encuentra el acueducto romano de Quicena. Aunque no existen estudios sobre el monumeto arqueológico descubierto en la mitad del siglo XX, podría datarse en la época de los Gracos (133 a.C.-121 a.C.), ya que es la misma época en la que se trazó la vía romana entre Llerda-Osca: ruta romana procedente del Este, aunque diferentes estudios también lo datan en la época de Claudio Sertorio (122 a.C.-72 a.C.)
Situado a las afueras del municipio de Quicena, a 2,5 km. de la ciudad de Huesca, realizando unas limpiezas de las acequias que irrigan los campos de dicho municipio, se encontraron los restos de este acueducto romano que abastecía de agua a la ciudad de Osca.
Los restos que se han podido salvar de la erosión producida por el clima y el expolio de investigadores y curiosos que se han acercado a verlo, se puede observar claramente lo que pudo ser un monumento de gran tamaño y longitud que transportaba agua.
El material con el que se construyó es de piedra arenisca, muy típica de la tierra de la zona, con la que se han levantado otros monumentos como el Castillo-Abadía de Montearagón (1086-89), situado muy cerca del acueducto.
Los restos descubiertos tienen una longitud de unos 20 metros. En la parte superior se puede ver el ático con canal que tiene el acueducto y que se sostiene mediante dos arcos de medio punto que miden dos metros y medio de alto.
Uno de los arcos está abierto para que discurra el agua del canal que lo atraviesa y el otro arco está cerrado con el mismo material.
La Guerra Civil: historia de un asedio.
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